Coincidencias [Hakuei]

Sabía que no se debía fumar en un hospital, mucho menos en la sección de pediatría, pero un cigarro no le haría mal a nadie. Tan solo a mi, pensé con sarcasmo. Abrí de par en par la ventana y me apoyé en ella, mirando con poco interés como las personas caminaban a paso acelerado por la acera, también como muchos autos recorrían la calle a alta velocidad, sin interés por si tenían algún accidente, o si le causaban uno a otra persona.

De todos modos, no era nadie para criticarlos, más de alguna vez yo había hecho lo mismo, incluso anoche me había entretenido jugando con un lindo chico, el cual según mis recuerdos, tenía aspecto de niño. Reí por lo bajo ante esos recuerdos, y boté por última vez el humo retenido en mis pulmones antes de apagar el cigarro, aplastándolo en el fondo del cenicero que en mi otra mano sostenía.

Caminé unos pasos hasta botar la colilla en la papelera para luego caminar hasta el escritorio, sentándome sobre uno de los bordes del mismo para tomar una de las carpetas; ni siquiera me molesté en ver de quien era, puesto las palabras "parálisis cerebral" me causaron un nudo en la garganta. Detestaba no poder ayudar a esos niños, pero más aún, odiaba tener que ver a sus padres derrumbarse por eso. Por una noticia, que debido a mis obligaciones, debía dar como un robot, como si no me molestara o afectara.

El sonido del teléfono me hizo suspirar, y juntando algún poco ánimo contesté, escuchando la voz de la secretaria diciendo que tenía que atender a un niño y que estaba por llegar. Con un simple"gracias" colgué el teléfono y ordené un poco el escritorio, acomodando también la bata blanca, aunque sin abrocharla, no había nada que ocultar, después de todo, solo vestía una camisa con estampado blando de una calavera y unos jeans negros ajustados. Un aspecto poco común para un médico, pero que hasta ahora nunca me había causado problemas.

-Buenas -saludé poniendo una sonrisa, marcando el piercing de mi mentón y el de mi labio al hacerlo. Di una mirada rápida al chico, y luego al niño, centrando mi atención en éste. De todos modos, al tipo que lo acompañaba ya lo conocía, más bien, lo había reconocido, pero ¿qué sentido tenía decirlo? No era como si fuera a decirle "recuerdas lo que te hice anoche?".


-¿y qué los trae por acá?-interrogué, haciendo una señal con mi mano para que sentara rente al escritorio, haciendo yo lo mismo pero en la silla frente a ellos, con mi cuerpo inclinado hacia adelante, apoyando mis codos en la mesa y jugando con un bolígrafo, esperando alguno de los dos hablara para anotar los síntomas. A simple vista el niño se veía bien, pero el mayor, realmente tenía una cara de tener una gran resaca. En ese momento me nació la duda si recordaría lo de anoche, pero tampoco encontré buena idea preguntarlo

Anotaba lo que el niño me decía, no era nada del otro mundo, ya que era más que obvio que sólo era una alergia, desencadenada probablemente por la estación en la que estábamos. Era natural que en la primavera cercana al verano, las alergias se hicieran más presentes, sobre todo en los niños. Aunque eso era responsabilidad de los padres, ya que ellos siempre estaban avisados de estas cosas.

-al parecer yo estoy de más- reí un poco, y me levanté, caminando hacia uno de los muebles blancos que parecía nunca ser tocado por lo limpio que era, a pesar de eso, se podían ver los frascos con pastillas que en su interior aguardaban por ser dadas a algún paciente. Tomé uno de los frascos de color celeste, y un tubito de una crema, para la alergia. Con eso el niño estaría bien.

Me giré para volver a mi asiento, y fue en eso en que pude ver las marcas que la noche anterior le había dejado al más bajo, pero fijándome sobretodo en su reacción nerviosa. Supuse el otro recordaría cómo habían llegado esas heridas ahí, pero no pude arrugar el ceño un poco, al ver que las heridas estaban en un tono algo morado; tal vez se le estaban infectando.

-Si me dejas revisarte, te daré unos dulces, y además te diré como tu tío se hizo eso- era un truco algo sucio, incluso para convencer a un niño, pero estaba seguro que por las buenas el pequeño no se dejaría examinar. Dejé el frasco de pastillas y la crema sobre el escritorio, y con cuidado cargué al infante, poniendo una sonrisa leve en mis labios. El chico dudó unos segundos, pero luego su curiosidad fue mayor, y acabó aceptando- vale... entonces, te reviso y luego te digo- caminé con él en mis brazos, evitando ver la cara de reproche del otro adulto presente, para no tener que dar explicaciones.

Acomodé al niño sentado en la camilla que estaba en la sala continua a la mía, dejando la puerta abierta por si el otro deseaba ir, aunque lo dudaba, ya que su cara de flojera no se la quitaba ni con muchos estimulantes. Le quité la playera al chico, observando su espalda y cuello, viendo con tranquilidad que no era nada que no se pudiese controlar con un par de medicamentos para la alergia, además de evitar estar mucho rato al sol.

-no es nada malo, así que no te preocupes- revolví los cabellos del menor, ayudándole luego a ponerse su playera; mientras tomaba una carpeta para anotar las indicaciones de su cuidado, miré de reojo hacia el rubio, pensando como hacer para revisar sus heridas.