primera habitación [Byo & JR]

-estiró levemente de su cabello, cerró los ojos con fuerza a la vez que entreabrió los labios dejando escapar pequeños gemidos- maldito..maldito crío.. -lo atrajo un poco con las manos hacia su miembro. Se hayaba excitado, pero le gustaba y más sabiendo, que era aquél joven coreano-

-Al esuchar lo que dijo mordió su miembro con algo de fuerza y se retiró relamiéndose provocativamente- ¿hmm? -el agarre de las manos del japonés no le impedía retirarse mucho, de modo que volvió, introduciéndoselo entero en la boca, comenzando con unos movimientos hacia delante y hacia atrás-

-dejó ir un grito que raspó su garganta, un girto ahogado en placer. Frunció el ceño mientras lo miró fijamente, pero el placer hacía que los ojos se le fueran y los tubiera que cerrar. Se llevó una mano hacia la boca, mordiendo uno de los dedos mientras los otros los cerraba fon fuerza, la otra mano, acompañaba los movimientos del joven-

- A pesar de tener la boca ocupada podía escucharse cómo gemía, sintiendo un calor bochornoso el sudor comenzaba a caer de su frente, haciendo que el pelo cercano a su rostro se humedeciera. Retiró una mano para quitarse el flequillo ahora algo molesto de la cara y volvió a apoyarla esta vez sobre su cadera, haciendo algo de fuerza en ella. Movió la cabeza de lado a lado sin dejar ir su miembro, aumentando así la excitación del japonés. Alzó la vista rápidamente hacia él y lo agarró por la espalda baja, atrayéndolo con fuerza mientras fruncía el ceño-

-emitió un gemido que rasgaba su garganta, ese último movimiento le había hecho perder la poca compostura que estaba manteniendo. Tiró un poco de su cabello, apoyó bien las manos en su cabeza para acompañar los movimientos, dándo impulso en su cabeza de vez en cuando- no... no pares.. -sin darse cuenta sus pensamientos brotaban por sus labios haciendo que se escuchara a pesar de que los gemidos hacían que la tonalidad de la voz no fuera totalmente clara-

-El miembro del japonés estaba completamente rodeado por los labios del coreano, el cual no cesaba los movimientos cada vez más rápidos. Sentía claramente los movimientos y cada una de las veces que Byo impulsaba su cabeza. Dejó de moverse y pasó a darle placer con la lengua, ésta se movía alrededor de su miembro con picardía mientras el coreano alzaba la mirada llena de lascivia, aún con el ceño fruncido. Le gustó escucharlo, le excitó y un gemido brotó de sus labios sin remedio alguno-