Obscurité silencieuse -Libre-

Caminaba tranquilamente por los pasillos del lugar, explorando. Desde que había llegado no había pasado del vestíbulo y de algunas de las habitaciones, por lo que recorrer los enormes y elegantes pasillos era una idea atractiva. Aferró mejor a su amado osito de peluche a su pecho y paseó mirando los cuadros, los hermosos candelabros que adornaban algunas de las pequeñas mesas y que le daban un aspecto más intimo y seductor. Le gustaba eso, así que movió un poco su obscuro flequillo para poder observar con más detalle. La oscuridad comenzaba a hacerse presente, solo un leve destello rojizo traspasaba las delgadas cortinas, casi podía ver el atardecer a través de ellas.

Una pequeña tristeza lo invadió al saber que desde ahí no podría ver como el sol se ocultaba y daba paso a la noche, por lo que aceleró un poco el paso, con un destino fijo en su mente: El gran balcón. Nunca había estado ahí, de hecho solo lo había visto una vez, al llegar a aquel lugar y dar un rápido vistazo al edificio. Sostuvo mejor a Kuma-chan al sentir que caería y luego de escasos minutos ya atravesaba la puerta hacia el balcón. Se sorprendió ante la vista que ofrecía aquel balcón y sonrió levemente al ver el atardecer como deseaba.

Colocó al pequeño Kuma en el barandal y se acomodó mejor para ver el espectáculo. Su ropa, como siempre, era obscura y un tanto extravagante. Esta vez iba maquillado como acostumbraba, con sus lentillas de ese verde tan irreal y sus labios rojos, adornados por sus perforaciones. Su cabello peinado pulcramente. Todo lo cual lo hacía ver como una pequeña marioneta, hermosa y un poco aterradora, dependiendo del punto de vista de quien lo observaba. Un pequeño tinte rojizo adornaba sus facciones, gracias a la luz que comenzaba a desaparecer, dando paso a una noche decorada con una hermosa luna llena.